Europa da marcha atrás en el veto al motor de combustión y reescribe el plan para 2035
12 de diciembre de 2025 de David Díez
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Bruselas suaviza las normativas contra los motores diesel y gasolina, dejando ver que los coches térmicos no desaparecerán del todo en 2035 y que hay alternativas a lo eléctrico
Durante años, 2035 se había marcado en rojo en el calendario europeo como el punto final para los coches con motor de combustión. Gasolina y diésel tenían fecha de caducidad. Pero ese escenario ya no es tan definitivo. Bruselas ha decidido cambiar de rumbo y apostar por una transición más flexible, en la que no todo pasa exclusivamente por el coche eléctrico.
La Comisión Europea prepara un nuevo marco normativo que rebaja la exigencia de emisiones cero para los coches nuevos a partir de 2035. En lugar de una reducción del 100 % del CO₂, los fabricantes deberán alcanzar un recorte del 90 % en sus emisiones medias. Un matiz técnico que, en la práctica, abre la puerta a que sigan vendiéndose vehículos con motor térmico bajo determinadas condiciones.
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El mensaje es claro: la UE no renuncia a la descarbonización, pero tampoco quiere imponer una prohibición tecnológica absoluta que ponga en jaque a su industria del automóvil.
Qué cambia exactamente a partir de 2035
El nuevo enfoque europeo abandona la idea de un veto total y permite que convivan varias tecnologías siempre que contribuyan a reducir emisiones de forma significativa. Esto afecta especialmente a:
- Vehículos híbridos enchufables fabricados en la Unión Europea
- Eléctricos de autonomía extendida, que utilizan un motor térmico como generador
- Soluciones con combustibles de bajas o neutras emisiones
La clave ya no será el tipo de motor, sino el resultado final en términos de CO₂. Si el cómputo global de emisiones cumple los objetivos, el coche podrá seguir matriculándose.
Una decisión marcada por la presión industrial
El giro de Bruselas no llega por sorpresa. En los últimos meses, los grandes países fabricantes han intensificado la presión para evitar un escenario que consideraban económicamente inviable. Alemania, principal potencia automovilística de Europa, llevaba tiempo pidiendo abiertamente una revisión del calendario. Francia ha terminado sumándose, reclamando además que cualquier flexibilidad beneficie prioritariamente a los vehículos producidos dentro de la UE.
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El argumento es doble: proteger el empleo industrial y evitar que Europa pierda competitividad frente a China y Estados Unidos, donde la transición eléctrica avanza con ritmos y reglas distintas.
Híbridos enchufables y producción europea, la condición clave
Uno de los puntos más relevantes del nuevo planteamiento es el peso de la fabricación local. Francia ha dejado claro que aceptará excepciones solo si los vehículos se producen mayoritariamente en territorio comunitario y generan valor industrial europeo.
Esto refuerza la idea de que la política climática y la política industrial van de la mano. No se trata solo de reducir emisiones, sino de hacerlo sin deslocalizar la industria.
¿Y España, cómo queda en este nuevo escenario?
Para España, uno de los grandes productores de coches de Europa, el cambio de enfoque es una noticia relevante. Aunque el objetivo oficial sigue siendo que en 2035 la mayoría de los coches nuevos sean eléctricos, la flexibilidad normativa da oxígeno a las fábricas nacionales y a tecnologías intermedias como los híbridos enchufables.
Además, este movimiento encaja con la realidad del mercado: las ventas de eléctricos crecen, pero no al ritmo que se esperaba hace unos años, y los costes siguen siendo una barrera para muchos compradores.
La electrificación sigue, pero con otras alternativas
La Unión Europea no abandona el coche eléctrico ni su hoja de ruta climática. Lo que cambia es el método. En lugar de imponer una única solución, Bruselas acepta que la transición será más compleja, más larga y tecnológicamente diversa de lo previsto.
El motor de combustión no tiene vía libre, pero tampoco está sentenciado. A partir de ahora, su supervivencia dependerá de cómo se alimente y de cuánto contamine realmente.
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