Interior y maletero del Jeep Wrangler

El interior del Jeep Wrangler mantiene un enfoque claramente funcional, pero ha dado un salto importante en calidad, tecnología y sensación general respecto a generaciones anteriores. Sigue siendo un coche pensado para soportar un trato duro y un uso intensivo fuera del asfalto, pero ahora resulta más agradable y habitable en el día a día, especialmente tras la última actualización.

La presentación está cuidada y está llena de guiños a la historia del modelo, con detalles de diseño que varían según el acabado. El salpicadero es completamente vertical y concentra la mayoría de mandos en la consola central, dejando un diseño limpio y reconocible. No es especialmente ergonómico, pero es algo que se le perdona porque forma parte de su carácter.

Más allá de la estética, el Wrangler está pensado para ensuciarse y no sufrir por ello. El habitáculo es fácil de limpiar y cuenta con tapones de drenaje en el suelo, preparados para evacuar agua tras un lavado a manguera o después de vadear zonas profundas, algo que refuerza su enfoque extremo y lo diferencia claramente de cualquier SUV moderno.

Aun así, Jeep ha sabido adaptarlo a las exigencias actuales. No faltan elementos de confort y conectividad acordes a su precio, como el climatizador, los elevalunas eléctricos o los principales asistentes de seguridad, pero sin perder de vista que la funcionalidad y la robustez están siempre por delante del refinamiento. En este sentido, sigue siendo un coche mucho más cercano a una herramienta que a un SUV familiar convencional.

El Jeep Wrangler se comercializa actualmente solo con carrocería de cinco puertas y tiene capacidad para cinco ocupantes, aunque el espacio interior no es una de sus grandes virtudes si lo comparamos con el volumen exterior de la carrocería.

En las plazas delanteras no hay problemas de espacio. La posición de conducción es muy elevada, más aún en el acabado Rubicon. Hay buena cota de altura y anchura, y la postura resulta cómoda, con las piernas en un ángulo natural cercano a los 90 grados. Los asientos no destacan por un gran agarre lateral, pero sí por comodidad en trayectos largos.

En las plazas traseras el acceso es correcto gracias a las puertas traseras independientes y el espacio es suficiente para adultos, aunque no tan generoso como cabría esperar por tamaño exterior. El espacio para las piernas es justo frente a algunos rivales directos, aunque la anchura es buena y permite viajar con comodidad razonable a dos adultos. En cualquier caso, sigue siendo menos confortable que un SUV grande o incluso que otros todoterreno más orientados al viaje, como el Toyota Land Cruiser.

En todas las plazas hay que convivir con el arco de seguridad, que forma parte de la estructura del vehículo, ya que el techo —de lona o rígido— no aporta rigidez estructural. El Wrangler es uno de los pocos coches actuales que se puede desmontar parcialmente: las puertas se pueden retirar, el parabrisas se puede abatir sobre el capó y el techo puede desmontarse por completo. También hay otros elementos como tornillos o cableado visibles que no encajan con su precio, pero refuerzan esa sensación de vehículo “industrial”, casi como una Harley-Davidson: no es perfecto, pero tiene alma.

Sistema multimedia

Con la última actualización, el Jeep Wrangler ha dado un salto claro en tecnología. Incorpora un cuadro de instrumentos digital con pantalla a color de 7 pulgadas y una pantalla central táctil de 12,3 pulgadas, con el sistema Uconnect 5, mucho más rápido y moderno que el anterior.

La conectividad con Apple CarPlay y Android Auto es inalámbrica de serie, y también dispone de Bluetooth, navegador integrado, servicios conectados Uconnect y asistente de viaje. El sistema es intuitivo y funciona con fluidez, situándose por fin a la altura de lo que se espera en un coche de este precio.

El equipo de sonido de serie cuenta con seis altavoces y subwoofer, con la opción de un sistema más potente de hasta nueve altavoces.

El maletero del Jeep Wrangler ofrece 533 litros de capacidad, una cifra elevada sobre el papel, que puede ampliarse hasta 1.910 litros si se abaten los respaldos de los asientos traseros. Por volumen, permite transportar sin demasiados problemas maletas grandes, material deportivo o equipamiento de ocio, y además cuenta con una buena capacidad de remolque para quien necesite ir un paso más allá.

Eso sí, en el uso real hay matices importantes. El acceso no es especialmente cómodo, ya que el portón abre de forma lateral y la rueda de repuesto va colocada en el exterior, lo que obliga a maniobrar con algo más de espacio. El plano de carga queda alto y las formas del maletero están condicionadas por los pasos de rueda y el arco de seguridad, lo que limita el aprovechamiento en objetos voluminosos.

Un punto menos favorable es la ausencia de bandeja o cortinilla, por lo que el equipaje queda siempre a la vista. A cambio, el Wrangler ofrece soluciones prácticas poco habituales: un pequeño hueco bajo el piso, un espacio específico para guardar los tornillos cuando se desmontan puertas o techo y una concepción general pensada más para el uso intenso que para la discreción o el refinamiento.