Disfruta el cambio de coche
E-fuels, biocombustibles avanzados y carburantes de bajas emisiones permitirán que los motores térmicos sigan vivos más allá de 2035. Te explicamos qué son, cómo funcionan y por qué Europa ha cambiado de rumbo.
La reciente decisión de la Unión Europea de permitir que se sigan matriculando motores de combustión más allá de 2035 si funcionan exclusivamente con combustibles limpios ha reabierto un debate que muchos daban por cerrado. Después de años anunciando la “muerte” del motor térmico, Bruselas ha reconocido que existen alternativas tecnológicas capaces de descarbonizar un motor sin necesidad de electrificarlo. Y aquí está el núcleo del asunto: el futuro no depende del motor, sino del combustible que se utilice.
A partir de 2035, podrás seguir comprándote coches con motores de combustión, sí. Pero los coches que quieran seguir usando estos propulsores deberán funcionar con uno de estos tres carburantes: e-fuels (combustibles sintéticos), biocombustibles avanzados y combustibles de bajas emisiones. Todos ellos tienen un punto en común: permiten mover un motor térmico sin añadir CO₂ fósil a la atmósfera. Pero cada uno funciona de forma distinta, tiene su propia tecnología detrás y plantea ventajas y retos muy concretos.
A continuación, te explicamos de forma clara, y sencilla qué es cada uno de estos nuevos combustibles.
1. E-fuels: combustibles sintéticos creados con aire, agua y electricidad renovable
Los e-fuels, o combustibles sintéticos, son probablemente la alternativa más conocida y la que más interés ha despertado en los fabricantes. Al menos, de momento. La razón es sencilla: se pueden utilizar en los motores actuales prácticamente sin modificaciones y funcionan con la infraestructura que ya existe. La clave está en cómo se producen: no se extraen del petróleo, sino que se fabrican mediante un proceso químico que imita la creación natural de hidrocarburos, pero de forma limpia y controlada.
En un e-fuel, todo comienza capturando CO₂. Ese dióxido de carbono puede extraerse directamente del aire mediante sistemas de filtrado (tecnología DAC), o bien recuperarse de chimeneas industriales que lo emitirían igualmente. En paralelo, se obtiene hidrógeno verde mediante electrólisis del agua, un proceso que solo se considera “limpio” si la electricidad utilizada procede de fuentes renovables. Cuando ambos elementos, CO₂ e hidrógeno verde, se combinan en una reacción química llamada síntesis, se obtiene un hidrocarburo sintético que puede convertirse en gasolina, diésel o queroseno.

Esto significa que los e-fuels no añaden CO₂ fósil a la atmósfera: el CO₂ emitido por el tubo de escape es el mismo CO₂ que se capturó previamente para fabricar el combustible. Es un ciclo cerrado, lo que hace que su balance neto sea neutro en emisiones.
Ventajas principales
- Compatibles con motores actuales sin modificaciones profundas.
- Fáciles de distribuir, porque usan la red de gasolineras ya existente.
- No requieren extraer petróleo, ni generar residuos tóxicos asociados.
- Pueden producirse en países con energía renovable abundante, como Chile, Marruecos o España.
Retos actuales
- Su coste es alto por el momento.
- La producción todavía es limitada.
- Requieren grandes cantidades de electricidad renovable para ser realmente neutros.
Aun así, son uno de los pilares que permitirán que motores de combustión nuevos puedan seguir matriculándose más allá de 2035.
2. Biocombustibles avanzados: energía creada a partir de residuos que ya existen
A diferencia de los biocarburantes clásicos que utilizaban cultivos destinados a alimentación y generaron polémica en su día, los biocombustibles avanzados utilizan residuos que ya existen y que no se pueden destinar a otros usos. Esta categoría incluye todo tipo de materiales orgánicos que, en otras circunstancias, acabarían como basura: restos agrícolas, podas forestales, residuos domésticos biodegradables o aceites de cocina usados.
A partir de estos residuos se obtiene una materia prima que puede transformarse en biodiésel avanzado, bioetanol avanzado, bioqueroseno o gas renovable. Su gran ventaja es que el CO₂ emitido al quemarlo forma parte del ciclo natural del carbono: las plantas absorbieron CO₂ durante su crecimiento y, al convertir esos restos en biocombustible, el proceso simplemente devuelve ese carbono a la atmósfera, sin añadir más procedente de combustibles fósiles.

Esto los convierte en una alternativa especialmente útil para sectores en los que electrificar es más complicado —aviación, transporte pesado—, pero también para miles de vehículos convencionales que aún tienen muchos años de vida útil.
Puntos clave
- Se fabrican a partir de residuos no alimentarios, lo que evita competir con cultivos.
- Ya se usan en aviones y camiones, demostrando su confiabilidad.
- Son de bajas emisiones y su producción puede ampliarse progresivamente.
- Funcionan en motores actuales, aunque algunos requieren mezclas específicas.
3. Combustibles de bajas emisiones: la categoría que deja la puerta abierta a nuevas tecnologías
El tercer grupo es el más flexible y muestra claramente que la UE quiere dejar espacio para la innovación. Los combustibles de bajas emisiones incluyen carburantes que reducen de forma significativa las emisiones, aunque no sean neutros al 100 %. Esta categoría sirve para agrupar nuevas tecnologías que puedan aparecer en los próximos años y que aún no están completamente desarrolladas.
Aquí entran combustibles sintéticos híbridos, mezclas avanzadas de e-fuels con biocombustibles o nuevas formulaciones creadas a partir de procesos químicos renovables. También abarca carburantes que, sin llegar a la neutralidad total, logran reducciones drásticas frente a la gasolina o el diésel fósil. Es una especie de “plan B” tecnológico para garantizar que no se descarta ninguna solución viable que pueda surgir a corto o medio plazo.
Tipos posibles
- Combustibles sintéticos de bajas emisiones.
- Mezclas híbridas de e-fuel + biocombustible.
- Hidrocarburos renovables procedentes de procesos químicos no biológicos.
- Nuevas formulaciones compatibles con motores actuales.
Este grupo permitirá que la norma no quede anticuada en pocos años y evitará tener que modificar leyes cada vez que aparezca una innovación.
El mensaje clave: no es la muerte del motor de combustión, es un cambio de era
Con esta nueva normativa, Europa no revive el motor térmico tal y como lo conocíamos, sino que lo transforma. Un coche de combustión nuevo que se matricule después de 2035 solo podrá funcionar con combustibles limpios, pero seguirá siendo perfectamente válido si utiliza alguno de los carburantes descritos. Esto permitirá que millones de coches actuales sigan circulando sin obligar a achatarrarlos y ampliará el abanico de opciones para países donde la electrificación será más lenta.
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