Opinión | IAA Mobility 2025: los coches térmicos siguen vivos en Europa, pero ¿por cuánto tiempo?

11 de septiembre de 2025 de

Aterricé en Múnich a finales de la semana pasada, 48 horas después de regresar de mis vacaciones en un país de Latinoamérica. Acudí para asistir al IAA Mobility 2025, uno de los pocos salones automotrices que quedan en Europa. El contraste, por mucho que esté acostumbrado a viajar, siempre llama la atención: pasé de la populosa y abigarrada ciudad de la que provenía al hiriente orden y equilibrio de la ciudad, posiblemente, más germánica que existe.

Este contraste no es casual. Acababa de llegar de pasar unos días entre humo, polución, coches viejos y un tráfico caótico, por el que me moví con un pequeño SUV de alquiler. Uno de esos coches que no se venden en Europa porque parece demasiado básico para nuestros gustos. Sin asistentes, con instrumentación de agujas y una llave tradicional como las de hace más de 30 años. Conducirlo me retrotrajo a otros tiempos y, sin embargo, el coche cumplió durante dos semanas su cometido de forma impecable: nos llevó de un lado a otro a toda la familia con un consumo de gasolina irrisorio.

Ya en Múnich, todo me ha dejado un sabor de boca mejor que el de otros salones recientes a los que he asistido. Comparado con el salón de Shanghái 2025, el evento europeo parece “modesto” si atendemos al despliegue que hacen los chinos. Por tamaño, por cantidad de marcas presentes y porque para las marcas europeas parece más rentable montar un escenario exterior, en mitad de la ciudad, que hacerlo dentro del salón. Lo cierto es que Shanghái deja el nivel de espectáculo muy por encima de lo que los europeos parecemos poder “permitirnos”.

Los mejores SUV eléctricos

Pero lo realmente interesante estaba en cada expositor, y esta vez me he llevado una impresión positiva. Europa se ha puesto las pilas (literalmente) y nuestros fabricantes de toda la vida han presentado una buena selección de coches listos para producción, más algunos prototipos que, como siempre, pueden ser más o menos discutibles. He visto muchos y buenos coches eléctricos.

Entre esos coches presentados hay modelos tan esperados como el nuevo BMW iX3, que estrena aspecto. O, como le gusta decir a los cursis, estrena “lenguaje de diseño”, que no es más que los detalles que marcan el estilo de sus futuros modelos. Parece un SUV eléctrico competitivo, hecho para gustar y, sobre todo, para ser un buen coche. Y eso, si está firmado por BMW, implica no solo ser eficiente sino ser cómodo, estable y divertido. Prácticamente lo mismo se podrá decir del nuevo Mercedes GLC, seguramente.

Pero entre novedad y novedad eléctrica, donde también estaban presentes coches de nuevas marcas chinas que llegan a Europa, había propuestas más modestas como el Renault Clio de sexta generación. Y este llega tal como lo solicita el mercado, con su oferta de motores híbridos de gasolina. Correcto, llamativo, sin ínfulas, sin seguir las modas porque para eso ya están los Renault 4 y 5 E-Tech. Se venderá como churros, intuyo.

La burbuja en que vivimos aquellos que participamos en las redes sociales y las usamos como medio de comunicación nos sume en un entorno donde se generan constantemente discusiones. Políticas, técnicas, ideológicas y, por supuesto, también relativas al mundo del automóvil. Con este panorama es fácil encontrarse airados activistas de la movilidad eléctrica indignados porque las marcas tradicionales siguen apostando por el motor térmico. Son los mismos que elogian y admiran a los fabricantes chinos por presentar casi únicamente coches eléctricos para nuestro mercado, con precios más bajos y mucha variedad.

Sin embargo, volver de Latinoamérica y ver el panorama allí presente me enfrenta a estos perfiles de forma vehemente. Allí te das de bruces con la realidad en la que vivimos en Europa: nuestra balsa de aceite no es más que una gota en el océano. Tenemos una situación complicada para electrificar nuestro parque automovilístico al ritmo que nos impone la burocracia europea, que cree que somos como China. Y no lo somos. Y no pocas marcas han dejado clara su postura en este salón: la industria automotriz alemana, apoyada por parte de la clase política, busca posponer la regulación de la UE sobre vehículos con emisiones de CO2 que entrará en vigor en 2035, y planean presionar a la Comisión Europea la próxima semana para lograrlo.

Sentado en una terraza durante mis vacaciones, mientras me bebía un refresco directamente de la botella sin que mi nariz tropezase con el tapón de plástico, observaba el panorama automovilístico y sonreía para mis adentros. No era una sonrisa de alegría, sino de autocomplacencia. Qué listos son estos chinos y qué estúpidos somos los europeos, pensé.

Se están inflando a vender coches de gasolina baratos en América Latina. Igual que en otros mercados, mientras aprovechan la coyuntura de nuestra legislación para vendernos aquello que todavía no hemos logrado fabricar de manera competitiva. Y no lo conseguimos gracias, entre otras razones, a los propios burócratas que nos gobiernan. Sólo 1 de cada 3 coches fabricados en China son “NEVs” (vehículos de nueva energía: eléctricos puros + híbridos enchufables etc.), aunque la mayoría para exportación.

Venden coches que no pasarían un test de seguridad en Europa. Ni uno anti emisiones. Y está bien por nuestros pulmones y por nuestra integridad, pero aquí aún tenemos que leer (en redes) los sermones de quienes se rasgan las vestiduras porque hay fabricantes europeos que se atreven a seguir fabricando aquello que aún goza de mucha demanda: coches térmicos para una población incapaz de seguir el ritmo de las imposiciones. Gente que, como yo en aquel momento, sólo quiere arrancar, cumplir sus deberes diarios y aparcar cerca de casa, donde encuentren hueco, entre un mar de coches que duermen en la calle. Esa gente aún necesita consumir, como mínimo, una generación más de coches que va regularmente a la gasolinera. Le pese a quien le pese. Y una generación de cualquier coche suele durar siete años hasta su renovación. ¿Qué fabricante renunciaría a siete años de ventas en parte de su gama?

Me alegra ver buenos coches eléctricos en los escaparates de las marcas europeas. Me alegra que la oferta china crezca para que los compradores tengan más donde elegir. Mejor para sus bolsillos. Y me alegra que la industria europea se salve. Fabricar coches no es lo mismo que fabricar nuevos tapones para las botellas.

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